jueves, 13 de diciembre de 2007

"Mi amiga" la monja Celina, parte 1

Aún la recuerdo como si fuera ayer, y cada vez que lo hago me recorre cierto rencor, pero también me arranca una sonrisa al recordar las travesuras que hice en la época de la tía esa. A ver, tenía 8 años, y cursaba el tercer grado de la primaria, todo flaquito, mi peinado con raya al costado izquierdo, como le gustaba a mi viejo, andaba con mi bolso de cuero, en lugar de mochila o esas maletas James Bond como las que usaban algunos de mis compañeros, ahora que lo pienso, ese año, 1985, yo ya usaba ese bolso de cuero que le vimos a Paolo Guerrero ¡¡¡el muy cabrón!!! Bueno a lo que iba, ese grado designaron de profesora a una de las monjas del colegio, era usual que las monjas dicten clases, ya que estudie en un colegio dirigida por viudas de pingüino. La cuestión es que desde el primer día de clases la monja y yo nos causamos mutuo rechazo, el motivo, hasta ahora no lo puedo precisar, tal vez me vio la cara de travieso o de alguien que parece callado pero en realidad analiza mucho antes de actuar, y seguro pensó, ¡este pendejo a mí no me la hace!!! La monja Celina era alta, blanca, una cara de avispa flaca, unos dedos largos y huesudos, y una expresión dura. Yo le decía madre a secas, que estupidez, no sé por qué llaman madre a las monjas, ¿acaso alguna vez parieron y sintieron el dolor que nuestras madres sí? Los demás compañeros le decían madrecita, más pateros no podían ser.

Un día dejó de tarea para la casa, fabricar una porta lapiceros con una lata reciclada, había que forrarla con papel de regalo y bueno dejarla lo más bonita que se pudiera, la tarea tenía una calificación acorde al empeño que le hubieras puesto. Llegó el día de presentar la dichosa lata y en la formación de la mañana antes de ingresar a clases, me di con la ingrata sorpresa de que se me había olvidado por completo, que joda, el día anterior trabajé en el negocio familiar, ayudando en el horno de pasteles a limpiar las latas para hornear y otras cosas más. Se me cruzaron mil y una ideas de cómo salir del apuro, lo peor era que todos tenían sus latas y yo no, llegamos al salón de clases y yo estaba sudando frío de miedo, ¿qué me iba a decir la monja? ¿Se lo diría a mi vieja? ¿Mi viejo me daría una zurra? La cuestión es que me senté en mi carpeta todo preocupado, al costado mío se sentaba mi amigo Ronald al que le decíamos Pato, por lo parecido de Ronald con Donald, le conté lo que pasaba y me dijo: ¿qué te parece si yo presento mi lata y luego te la paso? Le dije -bacán, que buena idea, ¡gracias Pato!

La monja saco su lista y comenzó a llamar en en orden alfabético, y empezó a calificar más o menos con estas expresiones ¡muy bien Pepita!¡que buen trabajo Juanita!....¡excelente Lita! ...¡Tú si eres listo Carlitos!.., etc. Cuando le tocó el turno al Pato, la monja reviso su lata y le puso 18, ese Pato era bien chancón y era un trome en los trabajos manuales, con razón en la secundaria nos enteramos que era un trome con la mano... Regresó con una sonrisa cómplice de oreja a oreja y me guiño un ojo antes de pasarme la lata, sólo quedábamos 2 por llamar, mi amigo Queño, el pequeño y yo. Cuando la monja llamó por mi apellido, salí nervioso con las manos sudándo, y un poco pálido, mientras ella me miraba con una expresión dura, llegue a su escritorio y le entregue la lata, la miro sin ningún interés y dijo: ¿Esta lata me parece conocida? y me puso 15 de nota, regresé a mi lugar molesto y pensando ¡qué pendeja! Claro como yo le caía altamente a la teta me puso esa nota y a mi amigo Pato le puso 18, ahora que recuerdo, que conchudo fui por haber pensado así y encima con un trabajo ajeno. Me senté en mi carpeta y con una sonrisa cómplice, y sin que la monja se diera cuenta, le devolví la lata a mi amigo Pato, ¡te debo una! Le dije, gran error, al segundo escuchamos una voz que chillaba ¡madrecita, Ronald le presto su lata al Chino! Era Celia, la chismosa de la clase, de esas que no faltan en ningún lado, era más chismosa que la Urraca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola esta muy bien tu historia tambien el del rio viñas, que me trae recuerdos inolvidables amigo
saludos.

ERASMO PARCO CHAVEZ

Unknown dijo...

Que buena chino..